EL USO DEL CELULAR EN LAS AULAS
3 minutos de lecturaPor el Lic. José María Ramallo
Recientemente, el Ministerio de Educación de CABA, determinó la prohibición del uso del celular en el aula. Un proyecto similar se observa en Neuquén. La publicación en las redes llena de comentarios a favor desde una mirada adultocentrista, en la que prima «el prohibir», el no permitir hacer al niño y al adolescente, lo que hace el adulto.
En el proceso social actual, el celular es un elemento «indispensable», «elemental», que guste o no, se ha convertido en el canal de las relaciones sociales, de la comunicación. No sé puede negar. Si en el seno familiar, el «artefacto» se usa para el ocio y el entretenimiento, ¿Puede la escuela prohibirlo en el recreo? Sobre todo cuando en ese tiempo-espacio escolar no hay una planificación pedagógica que «regule» el entrenamiento de los estudiantes.
Por otra parte, el celular hoy es fuente de información y un medio que «abarata» los costos para docentes y familias, principalmente, en fotocopias.
Hoy, cada aula de una escuela secundaria pública, no cuenta con su televisor, con su proyector, con libros específicos para cada espacio curricular… Y si se regresa a las fotocopias, más del 50% de la clase no las llevaría.
Particularmente, creo que no es prohibición si, prohibición no. Cómo docente de los últimos años de escuela secundaria, el celular es un medio, es un soporte para el proceso educativo. Con el celular se puede proyectar, compartir un video para ser visto en grupos y luego pasar al análisis, se puede recurrir a diversas herramientas para el aprendizaje como técnicas de estudio. El debate debe ser más amplio e individualizado. La lectura debe seguir siendo la base de la educación formal en el nivel medio, pero el celular no descarta al libro, ni el libro ver su fin con el celular. Mediar la lectura como puente para el aprendizaje, es un gran desafío.
En una sociedad hiperconectada, atravesada por el impacto cotidiano de las redes sociales, donde la desigualdad se «desintegra» en la viralización, donde los referentes populares son los influencers, los tik toker y los streamers… la escuela no puede cerrarse, no debe vendar sus ojos.
La escuela como institución ha quedado rezagada. Los cambios en «modelos organizativos académicos» no han logrado verse reflejados en conductas pedagógicas y didácticas superadoras, actualizadas, acordes a los nuevos adolescentes. La escuela secundaria puede preparar para la universidad, pero no es la universidad. La escuela debe preparar para la vida en sociedad, esa función de agente socializador, aún le queda intacta.
El debate por el uso del celular debe estar dentro de uno más amplio y profundo; como sociedad y como sistema educativo. Hoy se debería estar debatiendo el uso pedagógico del celular y las estrategias para «limitar» tiempos que los adultos no hacen fuera de la escuela. «Ya nada es como antes» y ningún no todo tiempo pasado fue mejor (de eso no hay dudas, aunque la hipocresía adulta no esté preparada para debatir).
Por José María Ramallo
Fotos: Infobae – Gentileza